Fuente: ACI Prensa

Con motivo de la fiesta de la Virgen del Carmen el 16 de julio, el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile manifestó su gratitud a quien es consuelo y amparo del pueblo sureño.

En una carta difundida el pasado 14 de julio, el Comité Permanente expresó que esta fecha “nos evoca el Santuario Nacional de Maipú, la pampa del Tamarugal, la danza festiva y colorida de los bailes religiosos, las oraciones y novenas, en las cuales la Madre preside a sus hijos”.

Si bien, las celebraciones masivas en honor a la Patrona de Chile han sido suspendidas para evitar la propagación del coronavirus, los obispos manifestaron su “plena certeza de sentirnos cobijados por su manto”.

El Comité Permanente aseguró que “Santa María de la Esperanza toma la mano de cada persona enferma, acompaña y reconforta a los adultos mayores, a los migrantes, a quienes han perdido sus empleos y fuentes de ingreso y a todos quienes necesitamos una palabra de aliento”.

“Sí, también nosotros la necesitamos, porque la angustia de no saber qué vendrá, cuándo ni cómo, también nos aflige. A todos, la Virgen del Carmen nos abraza y al oído nos susurra que Jesús siempre está con nosotros y nunca nos abandona. Su mano materna, suave y siempre extendida, nos levanta y nos hace volver a su amado Hijo, y encontrarlo en el hermano y la hermana que sufre”.

“Ella nos impulsa a estar presente, más que con palabras, a través de la presencia física o remota al lado de los que sufren. Porque ‘nadie se salva solo’, como nos ha recordado el Papa Francisco. Ella mueve a nuestras comunidades y a todo un país a procurar una ayuda solidaria y una voz de esperanza a los más desposeídos”.

En ese sentido, los obispos manifestaron que la situación de la pandemia “nos obliga a todos, especialmente a autoridades, representantes y líderes de la sociedad, a deponer intereses personales y sectoriales para retomar de verdad los caminos de diálogo con acuerdos generosos”.

“Solo unidos superaremos las injusticias y nos levantaremos de esta crisis”, dijeron los obispos, al tiempo que animaron a comprometerse “en las innumerables iniciativas” de ayuda a los que más sufren los efectos de la pandemia.

“Mira a tu pueblo, Señora del mar y la cordillera. Tú sabes que esta Iglesia y esta sociedad chilena no siempre ha estado cerca del sufrimiento de los más vulnerables. Tú sabes que no siempre hemos sido humildes como tú”.

“Queremos enmendar y ayudar a sanar. Queremos ser, junto a la gran familia de quienes vivimos en Chile, constructores de una sociedad más justa, con una vida más austera y un mayor cuidado a los más frágiles y a toda la Creación”.

“Hoy experimentamos fuertemente nuestra debilidad y el sufrimiento de los hermanos nos desgarra; por eso, continuaremos haciendo lo que está a nuestro alcance para acompañar a los que van quedando solos y abandonados. Contigo, Virgen del Carmen, juntos en este camino, hoy te confiamos lo que somos, lo que tenemos y lo que vivimos”, concluyeron su mensaje.

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