El 22 de abril de 1541 San Ignacio y los primeros compañeros hicieron los votos solemnes de pobreza, castidad y obediencia ante la imagen de la Virgen en la basílica romana de San Pablo de Extramuros. Siete meses antes, el 27 de septiembre de 1540, Paulo III había aprobado la Fórmula de la Compañía de Jesús y concedido licencia para hacer sus Constituciones.

La Virgen en la vida de San Ignacio

En Montserrat, hizo una vigilia en la víspera de la fiesta de la Anunciación. Sus primeros votos los hizo en Montmartre (París) en la solemnidad de la Asunción. Su primera misa la tuvo un día de Navidad en la Basílica de Santa María La Mayor de Roma. El 22 de abril de 1541, con cinco compañeros (Salmerón, Laínez, Broet, Jay y Codure), siete meses después de que el papa aprobara la Compañía celebró la eucaristía en la Capilla de Nuestra Señora de San Pablo Extramuros, también de Roma, y en ella pronunciaron los primeros votos como orden religiosa.  Se ve cómo la Virgen ha sido la guía de la Compañía en todo este tiempo, ya que lo era del propio Ignacio.

San Ignacio escribió sobre ese día:

Cuando llegamos a San Pablo los seis nos confesamos, unos a otros. Se decidió que Íñigo dijese misa en la iglesia, y que los otros recibiesen el Santísimo Sacramento de sus manos, haciendo sus votos de la siguiente forma: Ignacio diciendo misa y justo antes de la comunión, sosteniendo un papel con la fórmula de los votos, se volvió hacia sus compañeros que estaban arrodillados, y pronunció las palabras de los votos.

Después de decirlas, comulgó recibiendo el Cuerpo de Cristo. Cuando terminó de consumir colocó las cinco hostias consagradas en la patena y se volvió hacia sus compañeros. Cada uno tomó el texto de los votos en su mano y dijo en voz alta las palabras. Cuando el primero terminó, recibió el Cuerpo de Cristo. Luego, por turnos, los demás hicieron lo mismo. La misa tuvo lugar en el altar de la Virgen, en el que estaba reservado el Santísimo Sacramento.

Cuando acabó la misa, después de orar ante los otros altares, regresaron al altar mayor, donde todos se acercaron a Íñigo. Le dieron un abrazo, con mucha devoción, sentimiento y lágrimas; así finalizaron la ceremonia de los votos y le dieron comienzo a su vocación.

Oración:

«Dios omnipotente y eterno, tú que has enviado tu Palabra al mundo haciéndola nacer de María, la Virgen; confírmanos como servidores de esa misma Palabra en la Compañía de tu Hijo, consagrada a ti delante de Santa María, nuestra Madre».

Fuente: Jesuitas Chile