Hoy, es el cumpleaños de Eugene Barber, quien es conocido como uno de los primeros sacerdotes norteamericanos en arribar a Osorno. Llegó en 1966, para reforzar el trabajo misionero, centrándose en el desarrollo de una labor educativa, marcada por una acción social que repercutiera en las familias de más escasos recursos.
En una ocasión expresó que “el tema social se fue haciendo cada vez más presente en nuestra comunidad jesuita. En mi caso, representa algo muy importante para mí como persona y como jesuita, que los alumnos del colegio egresaran con el deseo de luchar contra la pobreza y contribuir a una sociedad más equilibrada y justa”.
Sus pasos…
El Padre Eugene Barber nació el 14 de mayo de 1932 en la ciudad de Scranton, un pequeño pueblo minero de inmigrantes dedicados a la extracción de carbón, en el estado de Pensilvania, Estados Unidos. Nacido en un hogar católico, fue desde niño muy cercano a las comunidades de vida cristiana de su pueblo y en el colegio, conoció la que sería la orden de su vida: la Compañía de Jesús. Con 18 años, fue aceptado en el Noviciado en la provincia jesuita de Maryland, donde se formó como religioso, y como educador.
En 1966, su espíritu misionero le llevó a pedir su traslado a nuestro país, arribando con un pobre castellano y una gran vocación de servicio, para reforzar al grupo de Jesuitas que llegaron para desarrollar su labor educativa en Osorno.
Tras un breve período de adaptación, el Jesuita dio rienda suelta a su vocación social, creando un programa de reforzamiento para niños de escasos recursos que querían ingresar al Colegio San Mateo en primero medio. Pero no se quedó solo en ello, y decidió compartir las vivencias del pobre, para lo cual se mudó, junto a otros dos jesuitas a Rahue Alto, donde vivieron su fe de manera austera, en una pequeña casa, desde la que fomentó la formación de sus estudiantes, con trabajos sociales y campamentos. Lo importante, para el Padre Barber; era que “salieran del colegio con la inquietud, ese deseo de luchar contra la pobreza, contra la brecha entre ricos y pobres”. En esa misma línea, promovió al interior del tradicional colegio osornino, la apertura de sus aulas a los alumnos de escasos recursos a través de becas y un sistema de arancel diferenciado.
Durante 16 años, el Padre Barber se entregó desde el Colegio San Mateo a sus estudiantes y a toda la comunidad osornina, que hasta hoy le recuerda con cariño. De hecho, en diciembre del año 2010, se fundó en su homenaje un colegio que lleva su nombre: el Colegio Gene Barber S.J., ubicado en la Población Quilacahuín, y que recibe a niños de primero a cuarto básico provenientes de familias de alta vulnerabilidad social.
En 1983 el Jesuita fue trasladado hasta Antofagasta, emprendiendo nuevos desafíos en el Colegio San Luis, donde también forjó a generaciones de estudiantes, al alero de misiones, comunidades de vida cristiana, y trabajos de fábrica, como experiencia de vida para los jóvenes que compartieron en la casa de familias de pobladores esforzados, con jornadas laborales como la de cualquier trabajador en faenas productivas, además, se relacionó con la comunidad de Mejillones, donde ejerció sus actividades pastorales en conjunto con la capellanía del Hogar de Cristo.
En 1988 se trasladó a Arica, donde se desempeñó como Vicario de la Parroquia Santa Cruz, y luego aceptó la misión de ser asesor de los grupos de Bailes Religiosos, comunidades cristianas donde grupos de 12 a 50 personas se unen para bailar a la Virgen y al Señor, para expresar su fe, y su oración, a través de la danza y el canto, en fiestas anuales en las que los fieles peregrinan para adorar a la Virgen del Carmen de la Tirana, la Virgen del Rosario de Las Peñas y la Virgen de los Remedios de Tirnalchaca. En la Puerta Norte de Chile le reconocieron su labor, con una plaza que lleva el nombre del padre Barber ubicada en el santuario de la Virgen de las Peñas.